lunes, 8 de junio de 2015

Edad Media de Sevilla


Edad Media de Sevilla
En el siglo V la ciudad fue tomada sucesivamente por varios invasores germánicos: los vándalos de Gunderico en el año 426; los suevos gobernados por Requila en el año 441; y finalmente los visigodos, que la controlarían hasta el siglo VIII, durante un tiempo desafiados por la presencia bizantina en la costa mediterránea. Tras la derrota ante los francos (507), el reino visigodo abandonó su antigua capital (Tolosa, al norte de los Pirineos) y fue ganando terreno a los distintos pueblos que estaban repartidos por todo el territorio hispano, trasladando la residencia real a distintas ciudades hasta que se fijó en Toledo. Durante los reinados de AmalaricoTeudis y Teudiselo, se optó por Sevilla. Este último rey fue asesinado, en un banquete, por los nobles sevillanos, episodio conocido como la cena de las velas (549). La causa es debatida, pudiendo ser un reflejo de la división de comunidades entre los hispanorromanos y los visigodos (la Bética fue un territorio con mayor proclividad a esa expresión de divergencia que el centro peninsular), o incluso una conjura de nobles visigodos.


Híspalis pasó a ser llamada Spali. Tras el corto reinado de Teudiselo, sucesor de Teudis, se eligió a Agila I en el 549. Los visigodos estaban inmersos en luchas internas cuando el emperador bizantino Justiniano I aprovechó para intentar conquistar toda Andalucía. Después de múltiples luchas y la derrota de varios líderes, los godos consiguieron hacerse con cada rincón de la región, siendo Leovigildo, en 584, el designado para reinar. En 585, su hijo Hermenegildo se conviertió al catolicismo -frente al arrianismo de reyes anteriores- y se autoproclamó rey en la ciudad, sublevándose contra su padre. Se cuenta que Leovigildo hizo cambiar el curso del Guadalquivir, cortando el paso de agua al brazo menor del río que circulaba por la actual Alameda de Hércules a fuerza de obstaculizar su paso para provocar la sequía a los habitantes. En 586, su otro hijo Recaredo accedió al trono y con él Sevilla pasó a disfrutar de una época de gran prosperidad.



Musa, acompañado por su hijo Abd al-Aziz ibn Mussa, cruzó el Estrecho con un ejército de 18.000 hombres y procedió a la conquista del territorio visigodo. Ocupó Medina-Sidona, Carmona y Sevilla, y, seguidamente, atacó Mérida, poniendo sitio a la ciudad, que resistió un año (30 de junio del 713). El príncipe musulmán Abd al-Aziz ibn Mussa, tomó Sevilla después de un largo asedio. Hasta su asesinato a manos de sus primos en el 716, Sevilla hacía las veces de capital de Al-Ándalus (el nombre que recibió la Península Ibérica como provincia del Imperio Islámico. A partir de ese momento la sede de gobierno se trasladó a Córdoba con el rango de Emirato (independiente desde Abderramán I (773) y convertido en Califato con Abderramán III (929). Sevilla sería cabeza de una cora.

Durante esta época de dominio musulmán creció enormemente la riqueza cultural de Sevilla, cuyo nombre fue arabizado como Isbiliya. Se favoreció la expansión de la religión musulmana mediante concesiones a los cristianos que se convirtieran al islamismo (muladíes) y que no gozaban los que permanecieran cristianos (mozárabes). Los mozárabes llamaban a la ciudad Ixbilia, nombre que derivó en Sivilia y en el Sevilla que ha llegado a la actualidad. Durante esta época también recibieron el ataque de los vikingos, que llegaban a Sevilla por medio de sus flotas a través del río.



Los almohades, bajo el gobierno del califa Abd Al-Rahman, toman Sevilla el 17 de enero de 1147. En 1159, el heredero y futuro califa, Abu Yaqub Yusuf es nombrado gobernador de la ciudad. En los primero momentos de la conquista almohade, Sevilla fue capital administrativa de al-Andalus, sin embargo en 1162, Abd al-Mumin designa de forma efímera nueva capital a Córdoba. La capitalidad cordobesa dura muy poco, pues tras la muerte del califa en 1163, su hijo, Abu Yaqub Yusuf, mandó restablecer la capitalidad en la ciudad hispalense. En 1171, entra Abu Yaqub Yusuf en la ciudad y poco después ordena el inicio de grandes obras como es la mejora de las murallas exteriores para defenderse las crecidas del río, la construcción del puente de Barcas sobre el Guadalquivir, la realización de nuevas ampliaciones en el Alcázar, el encauzamiento del agua por medio de una acequia y se inició la construcción de una nueva mezquita mayor, en el solar que actualmente ocupa la catedral, y que reemplazaba a la existente en la plaza del Salvador, se inició el año 1172 y en 1182 se pronunció el primer jutba (sermón de viernes) en la mezquita. Durante aquellos años, Sevilla se convirtió en capital del imperio almohade y a ella llegaban enviados desde el norte de África para entrevistarse con el califa.  




Durante el reinado de Alfonso X el Sabio, Sevilla fue una de las capitales de sus reinos, pues la capitalidad iba rotando entre las ciudades de Toledo, Burgos y Sevilla. En esta época se construyeron la Parroquia de Santa Ana en Triana, el Palacio Gótico de los Reales Alcázares de Sevilla y la Torre de don Fradique. Los siguientes reinados, desde el de Alfonso X el Sabio hasta el de Pedro I el Cruel fueron de habitual presencia de la corte en Sevilla. Durante el siglo XV Sevilla experimentó un gran crecimiento, doblando su población y alcanzando un tamaño similar al de Florencia. Era la ciudad más grande de las coronas de Castilla y Aragón, y su reino aportaba entre un 15 y un 20% de todos los tributos castellanos. Durante una estancia de los Reyes Católicos en Sevilla (1477) que, a demanda del dominico sevillano Alonso de Hojeda, se impulsó la fundación de la Inquisición española

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