Prehistoria
y edad antigua de Sevilla
La
historia conocida de Sevilla empieza hace unos 3.000 años cuando el
navegante fenicio Melkart recorría el Mediterráneo y fundó
Kart-tago
en
el Norte de África. Posteriormente, atravesó el estrecho de
Gibraltar entrando en el Océano Atlántico. Recorrería la costa y
fundaría Gádir
y
luego remontaría el Guadalquivir hasta llegar a donde actualmente se
encuentra Sevilla, donde fundaría una factoría comercial en una
isla que se encontraba en el espacio donde actualmente se encuentran
la Plaza del Salvador, la Cuesta del Rosario
y
la Plaza de la Pescadería. Por sus proezas, Melkart
sería
reconocido como semidios por la cultura fenicia, pasaría a la
mitología griega como Heracles
y,
posteriormente, a la romana como Hércules.
El estrecho de Gibraltar se llamó en el periodo helénico las
Columnas de Hércules.
Los
nativos llamaban Spal o Ispal a este poblado, en el que se cruzaron
influencias turdetanas
(nombre
que dieron los romanos a los pueblos indígenas del Valle del
Guadalquivir), tartésicas
(nombre
que dieron los griegos al reino indígena que controlaría la zona),
fenicias
(los
colonizadores provenientes de Fenicia),
y cartaginesas
(los
provenientes de Cartago,
colonia norteafricana fundada por los fenicios).
La
Sevilla primitiva recibió influencias de los comerciantes fenicios,
enriqueciéndose y desarrollándose culturalmente con el aporte
pacífico de éstos. Esta colonización
comercial
cambió drásticamente a partir del protagonismo alcanzado por los
cartaginenses tras la caída de las metrópolis
fenicias
ante el imperio
persa .
Esta nueva fase de la colonización púnica implicaba la penetración
territorial mediante la conquista militar, lo que las fuentes griegas
posteriores interpretan como la destrucción de Tartessos tras una
lucha a muerte con Cartago,
afectando
a la Sevilla de la Cuesta del Rosario, siendo durante el curso de las
distintas batallas cuando la ciudad sucumbió, suponiendo así el fin
de la época tartésica en Sevilla.
Las
tropas romanas
entran
en el 206
a. C.,
durante la Segunda
Guerra Púnica,
bajo las órdenes del general Escipión
y
acaban con los cartagineses que habitaban y defendían la región,
siendo sus sucesores en el sur peninsular. El general fundó Itálica,
en la localidad cercana de Santiponce,
sobre dos colinas. Posteriormente, en el lugar que sería la actual
ciudad de Sevilla, Julio
César fundó
la "Colonia Julia Romula Hispalis", latinizando el nombre
del poblado indígena original de la ciudad en Hispalis, añadiéndole
"Julia" por su propio nombre y "Rómula" por el
de Roma, fórmula habitual en la toponimia de las colonias romanas.
Paulatinamente Hispalis se consolidó como uno de los centros
industriales más importantes de la Bética,
mientras que la cercana Itálica se configuró como ciudad
residencial genuinamente romana en la que nació el emperador
Trajano.
En el año 49 a. C., Hispalis poseía muralla y foro, con actividad mercantil portuaria. Con el advenimiento del imperio, Hispalis se convirtió en capital de uno de los conventos jurídicos de la Baetica, provincia senatorial cuya capital era Corduba.
A mediados del siglo II d.C. hubo un par de intentos de invasión por parte de los moros (mauris), que fueron finalmente expulsados por arqueros romanos.
A
partir del siglo V, Sevilla fue tomada por los invasores Germánicos.
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